En Internet la interfaz no es sólo la web que se ve en
la pantalla; la experiencia con tu producto empieza desde el momento en que tus
clientes teclean tu URL o
te buscan en Google.
Antonio Fernández-Coca destaca que el funcionamiento correcto de
una interfaz de usuario descansa
en las siguientes bases:
· Facilidad
de aprendizaje: conviene utilizar elementos que tengan un significado global o
no variar determinadas costumbres extendidas entre los usuarios para facilitar
el aprendizaje del uso del interfaz.
· Facilidad
de uso: no es mala idea apoyar los iconos difíciles de entender, por
ejemplo, mediante palabras.
· Inmediatez: Si la
interfaz tiene menos datos visuales en los que distraer su mirada, el usuario
podrá reaccionar con mayor celeridad.
· Símbolos
útiles y reconocibles: un ejemplo sería el de los botones de un vídeo; si cambiaran el
símbolo del play se complicaría el uso del aparato.
· Unidad
de imagen gráfica: Mantener el estilo gráfico en las distintas ventanas y
elementos del interfaz.
· Estándar: El
estilo gráfico y las normas de navegación han de mantenerse para no confundir
al usuario.
Existe un diseño tradicional de interfaces sobre el que el
diseñador podía controlar hacia donde quería que fuera el usuario y cuándo.
Pero la proliferación de motores de búsqueda ha hecho que esto quede en
desuso. Ahora, el usuario tiene el control total de navegación por la
página. Los usuarios pueden llegar a un sitio de forma inesperada y siguiendo
caminos que el diseñador no habría imaginado. Es muy habitual hoy en día llegar
a un sitio sin haber pasado por su página de inicio.